DEMENCIAS MÁS FRECUENTES

 

Envejecer forma parte del proceso evolutivo. Es una etapa de la vida en la que algunos aspectos físicos entran en declive debido a la edad. Uno de los mayores miedos de las personas mayores y las enfermedades más temidas son las demencias.

 

DEMENCIA VASCULAR

La demencia es una pérdida gradual y permanente del funcionamiento cerebral que ocurre con ciertas enfermedades. Afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento.

La demencia vascular está causada por una serie de pequeños accidentes cerebrovasculares (ataques cerebrales) a lo largo de un período de tiempo prolongado.

Un accidente cerebrovascular es una interrupción o bloqueo del riego sanguíneo a cualquier parte del cerebro. También se denomina infarto. Multinfarto significa que más de una zona en el cerebro se lesionó debido a una falta de sangre.

Si el flujo de sangre se detiene por más de unos pocos segundos, el cerebro no puede obtener oxígeno y las células cerebrales pueden morir, causando daño permanente.

Cuando estos accidentes cerebrovasculares afectan una zona pequeña, puede no haber ningún síntoma. Estos se denominan accidentes cerebrovasculares silenciosos. Con el tiempo, a medida que más zonas del cerebro resultan dañadas, empiezan a aparecer los síntomas de la demencia.

No todos los accidentes cerebrovasculares son silenciosos. Los accidentes cerebrovasculares más grandes que afectan la fuerza, la sensibilidad u otra función del cerebro y el sistema nervioso (neurológica) también pueden llevar a que se presente demencia.

Como en otros tipos de demencias, en la demencia vascular se produce un síndrome de disfunción cerebral crónico, lo que implica regresión y pérdida de las funciones intelectuales. Como consecuencia, se producen los siguientes síntomas característicos de demencia vascular:

  1. Falla el pensamiento abstracto, aparece incapacidad de utilizar la lógica para manejar conceptos y hacer juicios.
  2. Cambia la personalidad (en general acentuándose los rasgos previos).
  3. Se pierde la memoria.
  4. Se deterioran el lenguaje y la capacidad de manipular objetos e instrumentos habituales de la vida diaria.

A día de hoy no existe ningún tratamiento farmacológico específico para la demencia vascular que haya podido demostrar utilidad de forma inequívoca, ya que las lesiones de los infartos son irreversibles una vez establecidas.

Por eso, la recomendación principal es el control de los llamados factores de riesgo vascular, tanto con intención de prevención secundaria (es decir, para evitar nuevos eventos cerebrovasculares en pacientes que ya han sufrido infartos o déficits transitorios), como en prevención primaria (esto es, prevenir la ocurrencia de estos eventos en pacientes que nunca los han sufrido). Con ello no conseguiremos recuperar significativamente la función cognitiva perdida, pero se trata de evitar o retrasar la progresión de la enfermedad.

Las recomendaciones en este sentido para prevenir la demencia vascular son:

  1. Tratar la hipertensión arterial.
  2. Evitar a toda costa el consumo de tabaco.
  3. En pacientes diabéticos mantener un control de los niveles de glucemia y de la hemoglobina glicosilada.
  4. Esquivar la obesidad y el sobrepeso.
  5. Hacer ejercicio físico con una intensidad adaptada.
  6. Vigilar el colesterol.

El paciente con demencia vascular vivirá años con la enfermedad y precisará de una serie de cuidados de intensidad creciente, y de una adaptación de su entorno físico y familiar con importantes implicaciones sobre los cuidadores. A este respecto son muy importantes los siguientes consejos para el paciente y su entorno:

  1. Mantenimiento de la autonomía en las actividades de la vida diaria: se trata de mantener todo lo posible en el tiempo la competencia del paciente para realizar su aseo, alimentación, vestido y utilización de instrumentos, introduciendo paulatinamente ayudas que sirvan de soporte sin anular su iniciativa. Esto implicará necesariamente más tiempo y, muchas veces, adaptaciones del entorno y espacio físico a las nuevas necesidades. Aspectos clave en este sentido son estimular de forma sistemática el lenguaje, evitar los déficits de percepción que aíslan al paciente (uso de gafas, y especialmente audífonos si son precisos), e intentar mantener la relación social con otras personas.
  2. Atención a los aspectos psicológicos del paciente: con frecuencia, a los déficits cognitivos se añaden síntomas depresivos por la percepción que el paciente tiene de sus limitaciones, haciendo que el deterioro parezca mayor de lo que es en sí (pseudodemencia depresiva). Es importante evaluar estos aspectos y tratarlos convenientemente, si es preciso con medicación.
  3. Cuidado del cuidador: la duración y presencia de la enfermedad en todos los aspectos de la vida diaria hacen que sea muy necesario prevenir la claudicación por agotamiento psicológico del cuidador principal. En este sentido, es muy importante la información y red de apoyo que se puede obtener de las asociaciones de pacientes.

 

DEMENCIA TIPO ALZHEIMER

La enfermedad de Alzheimer es una patología neurodegenerativa cerebral, progresiva e irreversible. Afecta de forma difusa a las neuronas de la corteza cerebral y otras estructuras adyacentes, y lleva a una degeneración de la función cognitiva y a trastornos conductuales.

El Alzheimer se caracteriza por un deterioro de la capacidad del sujeto para controlar sus emociones, desenvolverse en su entorno de acuerdo a unas pautas de conducta normales, y coordinar adecuadamente sus movimientos y memoria, entre otros trastornos.

Los principales factores relacionados con el desarrollo de la enfermedad son la edad y la historia familiar de enfermedad de Alzheimer. La exposición a determinadas sustancias, como el tabaco, también parece favorecer su aparición.

Por el contrario, una ingesta de alcohol moderada, la dieta mediterránea, el ejercicio físico a edades medias y una vida social activa, se han asociado a un menor riesgo de desarrollar la enfermedad en diferentes estudios. También se han relacionado los años de educación con un menor riesgo de aparición de la enfermedad.

Los primeros síntomas del Alzheimer abarcan un amplio rango de trastornos cognitivos y conductuales. Muchos de los signos que podemos observar en las etapas más precoces de la enfermedad pueden ser fácilmente confundidos con los signos típicos del envejecimiento, por lo que conviene conocerlos y saber diferenciarlos.

Memoria

  • Cambio de lugar o pérdida de objetos importantes.
  • Confusión acerca de cómo llevar a cabo tareas cotidianas.
  • Dificultad para resolver problemas aritméticos sencillos.
  • Dificultad para tomar decisiones rutinarias.
  • Confusión acerca del mes o la estación del año.
  • Dificultad para realizar dibujos (test del reloj), construcciones en tres dimensiones, o para orientarse en espacios abiertos. El paciente pierde paulatinamente la capacidad para reconocer objetos, personas o lugares.

Humor y conducta

  • Cambios de humor impredecibles.
  • Progresiva pérdida de interés por el entorno, o por sus gustos o aficiones.
  • Depresión, angustia o confusión en respuesta a los cambios.
  • Negación de los síntomas.
  • Puede presentar irritabilidad, agresividad, agitación y desinhibición social.

Lenguaje y discurso

  • Dificultad para completar frases o encontrar las palabras adecuadas.
  • Incapacidad para entender el significado de las palabras.
  • Conversación reducida o irrelevante.

Movimientos y coordinación

  • Movimientos y coordinación marcadamente deteriorados, incluyendo lentitud de movimientos, marcha inestable y sentido del equilibrio disminuido.

Una vez que se ha diagnosticado la enfermedad de Alzheimer comenzará un proceso muy difícil, tanto para el enfermo como para las personas que le rodean (más si cabe para estas últimas). Todo el entorno del enfermo, la casa y la familia, deberá ser reorganizado para evitar cualquier tipo de lesión, para facilitar el manejo de situaciones complicadas, y para asegurar una calidad de vida adecuada al paciente y a sus cuidadores.

 

Consejos para familiares de pacientes con Alzheimer

La familia va a vivir y sufrir con el enfermo de Alzheimer todo el progreso de su enfermedad. Los cambios que van a ocurrir a partir de este momento supondrán en muchos casos la aparición de ciertos sentimientos negativos (depresión, miedo, ansiedad, culpabilidad…), y un nivel de estrés y desgaste, tanto físico como psicológico, que van a dar lugar a lo que se ha denominado “síndrome del cuidador”.

Para evitar que la persona que asume el papel principal de cuidador sufra este trastorno debe, en primer lugar, estar informada y recibir algún tipo de formación que la oriente en el desarrollo de su función. En segundo lugar, debe saber que dispone de ayuda siempre que la necesite, apoyo psicológico, social y familiar.

 

Por último, y no menos importante, el cuidador debe tener tiempo para descansar y poder realizar actividades fuera del entorno del enfermo. En definitiva, no se debe olvidar que, tan importante como el bienestar del paciente es el mantenimiento de la calidad de vida de las personas que le rodean.

Os dejamos un video que os resulte ameno para comprender todo este este tipo de patología y quedamos a tu disposición.

El equipo de MentaSaud

 

 

 

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